“¡Esposo! Te has ido joven de la vida y viuda me dejas en palacio. Todavía es muy pequeño el niño que engendramos tú y yo, ¡desdichados!, y no confío en que llegue a la mocedad, ya que antes esta ciudad será de arriba abajo devastada. Pues has muerto tú, el guardián que la protegía y el que mantenía a salvo a las nobles esposas y a sus tiernos hijos, las que pronto serán transportadas en las cóncavas naves, y yo entre ellas. Y tú, hijo mío, o bien me seguirás allá donde tendrías que trabajar en labores serviles penando ante un amo implacable, o bien algún aqueo cogiéndote de la mano te arrojará desde una torre, ¡muerte cruel!, en venganza porque Héctor hubo matado a un hermano suyo o a su padre o a su hijo, ya que muchos son los aqueos que han mordido el vasto suelo a manos de Héctor. Pues no era blando tu padre en la funesta refriega; por eso precisamente lo lloran las gentes por la ciudad. Llanto e inefable pena has causado también a tus padres, Héctor. Mas es a mí a quien aguardan los mayores dolores. Ni siquiera al morir me tendiste los brazos desde el lecho, ni me dijiste unas palabras juiciosas que para siempre pudiera recordar, de noche y de día, vertiendo lágrimas”
Andrómaca velando a Héctor, Jacque-Louis David |
“(…) Durante nueve días acarrearon innumerable masa de leña, y cuando apareció ya la décima aurora, iluminadora de los mortales, entonces ya sacaron entre lágrimas al intrépido Héctor, depositaron su cadáver en lo alto de la pira y le prendieron fuego. Cuando reapareció la tempranera Aurora con sus rosáceos dedos, entonces la gente se concentró en torno a la pira del ilustre Héctor. Una vez que se reunieron y estuvieron congregados, apagaron primero con chispeante vino la pira en todas las partes que había dominado la furia del fuego. A continuación recogieron los blancos huesos sus hermanos y amigos, deshechos en llanto; a raudales fluían las lágrimas por sus mejillas. Recogidos los huesos, los colocaron en una urna de oro, envueltos en delicado velo de púrpura. Luego los depositaron en una cóncava fosa y por encima extendieron una compacta cubierta de grandes piedras. Y aprisa erigieron un túmulo, con vigías apostados por doquier, no fuera que atacaran antes de hora los aqueos, de hermosas grebas. Después de erigir el túmulo, volvieron tras sus pasos. Más tarde, reunidos, participaron cumplidamente del espléndido banquete fúnebre en el palacio de Príamo, rey del linaje de Zeus. Así celebraron los funerales de Héctor, domador de caballos.”
Y es así como acaba la Ilíada de Homero… ¿Qué os parece? Conmovedor, ¿verdad? Quizá alguno de vosotros no resista a aguantar las lágrimas J Y en cuanto a la imagen del pintor neoclásico Jacque-Louis David, ¿a qué os recuerda esta estampa? Al ver a Héctor yacente y Andrómaca a su lado ¿no se os viene a la mente otra escena que conmemoramos muy especialmente los andaluces?
Respecto a nuestra obra, ya he hablado con el Jefe de Estudios del Nocturno y le he notificado el día y hora de la representación por la tarde. Me ha dado el visto bueno; de modo que ya podéis avisar a vuestros familiares. Será el martes, 21 de junio, a las 20:15. Mañana ensayaremos lo que nos dé tiempo desde el principio, si es posible, con las lanzas y escudos. Y si alguien tiene algún muñeco que nos sirva como hijo de Héctor y Andrómaca, que lo traiga. También cambiaremos algunas luces para dejarlo ya todo preparado para el día de la representación. Ah, y veremos si no nos falla el ordenador para la música… Bueno, un abrazo a tod@s y ¡hasta mañana!